Por JUAN IGNACIO STIZZA

Hoy en día, aparece algo que quizás era inusual en algún
tiempo no muy lejano. Es también, el
entrenador que renuncia tras no encontrar la vuelta entre tres o cinco
partidos. Como la posible salida de Juan Antonio Pizzi, DT de San Lorenzo,
quién con su propia voluntad, puso a su disposición la renuncia a los dirigentes
de la entidad del Ciclón tras la caída ante Arsenal por la final de la Copa Argentina. Lo que además
llama la atención, es que más allá de la dura eliminación, aún tiene chances de
pelear el campeonato local estando a seis puntos del puntero, Newell´s,
y con 24 en juego.
Es cierto también, que el equipo de Pizzi perdió a dos
delanteros importantes durante este semestre. Primero Cauteruccio con rotura de
ligamentos y ahora con Gonzalo Verón donde se teme que sea la misma lesión que
el uruguayo. Ahora mismo se le suma un nuevo problema a la hora del armado de
la delantera siendo un factor más para condicionar aunque sea mínimamente, su
probable rescisión.
Pero siguiendo con la cuestión, hay varios antecedentes que
ya vienen pasando. Durante este torneo, apareció la renuncia de Forestello en
Colón y el “amago” de Falcioni en ejecutar la misma decisión en All Boys. Muy
pocos han permanecido durante un proceso en sus puestos en los últimos años.
Algunos nombres más importantes Pepe Romero, Gareca, Alfaro. Los dos últimos
siguen en sus clubes pero en general faltan más ejemplos.
¿Quiénes tienen la culpa? ¿Los entrenadores? ¿Los
dirigentes? Son culpas compartidas en varios sentidos. Los entrenadores que no
logran tomar el rumbo necesario de un equipo, y que cuando requieren el tiempo
justo son despedidos por los dirigentes.
Finalmente salvo algunas excepciones, en el fútbol argentino
realmente faltan entrenadores capaces que tengan ideas bien desarrolladas que
sean sustentables, y mejores dirigentes para tratar de elegir lo correcto y que
luego tengan confianza en el proyecto buscado.
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